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Transformando nuestros cuerpos de adentro hacia afuera

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Nuestros cuerpos, obra maestra del Creador fueron hechos con una gran capacidad para adaptarse a diferentes estímulos, condiciones ambientales y estilos de vida. Esta capacidad nos permite sobrevivir a las demandas de la vida incluyendo el esfuerzo físico. De hecho al comenzar un programa de ejercicio tomamos en cuenta esta capacidad adaptiva y la manipulamos dentro de nuestros límites para hacernos más fuertes, rápidos, resistentes, etc. Sin esta capacidad de adaptarse, nuestros cuerpos no tuvieran la capacidad de mejorar o de sobrevivir por mucho tiempo en condiciones de mucho estrés.

Al hablar de ejercicio estamos hablando de someter a nuestros cuerpos a varios niveles de estrés físico. Este estrés controlado estimula al cuerpo obligándolo a que haga cambios por medio de la respuesta adaptiva. Por eso el practicar una habilidad o ejercicio a una intensidad e intervalo adecuado te permite mejorar esa actividad o atributo en particular.

 

Lo de adentro

Al comenzar un programa de ejercicio los cambios se hacen notables primero en el interior del cuerpo para luego comenzar a notarse visiblemente en el exterior. Esto es parecido al momento cuando uno se inicia en la fe, primero cambia nuestra mente y corazón que no se ven y segundo se comienzan a ver gradualmente los resultados de esos cambios en otros aspectos de nuestra vida.

Considerando el orden de estos cambios en el cuerpo vemos como al principio los signos vitales comienzan a cambiar. Por ejemplo una persona con una presión arterial alta comienza a ver mejoras en su presión al pasar los días, los niveles de lípidos mejoran y según mejora la condición cardiovascular, el corazón se hace más eficiente resultando en un pulso más bajo reduciendo el estrés al músculo cardiaco. Por eso recomiendo hacerse un examen médico al comenzar un programa de ejercicio para que luego  puedas comparar la diferencia después de varias semanas de ejercicio. La diferencia es notable, recuerdo una ocasión en que un medico al examinar mis signos vitales me dijo que sabía que yo soy un atleta solo por el sonido de mi pulso. Al saber que nuestros signos vitales están en estado óptimo notamos los resultados invisibles e internos de un estilo de vida saludable y confirmamos que estamos haciendo algo bien.

 

 

Lo de afuera

El segundo tipo de cambio es el externo. Luego de varias semanas ejercitándonos y alimentándonos adecuadamente comenzamos a notar visiblemente esos cambios. Según mis observaciones a lo largo de varios años, las primeras señales visibles que vienen como resultado del ejercicio se comienzan a notar luego de tres semanas. Este periodo de tiempo puede variar de persona en persona pero el promedio de tiempo para ver los primeros cambios externos o visibles es de 21 días.

Luego de esto la paciencia y la perseverancia se convierten en factores de éxito. En la carta de San Pablo a los Gálatas capítulo nueve el apóstol nos dice que si perseveramos en hacer lo que es bueno veremos los resultados de ello pero solo si no desistimos. Así que aunque tarden en verse los resultados deseados debes continuar con los esfuerzos de forma consistente y esos resultados no fallarán en realizarse.  Por eso la fe en lo que se está haciendo para ponernos en forma debe impulsarnos a ejercitar la paciencia y aunque al principio no se note algún progreso debemos continuar porque en el momento más apropiado verás el fruto de tu esfuerzo.

Estos que continúan esforzándose mientras ejercitan el músculo de la paciencia son los que alcanzan ese grado de excelencia física, mental y espiritual que admiramos de otros y esto está a tu alcance. Al igual que en el caminar de la fe, aspiramos a un crecimiento continuo durante la duración de nuestras vidas.

Luego de manifestarse primero el cambio interior y segundo el exterior llega lo que veo como una tercera etapa que es la de mantener ese crecimiento a largo plazo. El mantener este crecimiento o mejoramiento de nuestra condición física por medio del ejercicio,  la nutrición  y métodos terapéuticos nos acumula resultado sobre resultado y con el tiempo logramos niveles de excelencia que en el pasado no pensábamos que podíamos alcanzar. La fe y la paciencia siempre serán fundamentales para el éxito de cualquier cosa que hagamos. Estos resultados a corto y largo plazo deben ser planificados cuidadosamente con ayuda experta si es posible para que esos resultados se comiencen a ver de forma segura y efectiva.

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